Uno de los aspectos más invisibilizados en el proceso de recuperación de una adicción es el duelo que supone dejar de consumir. Socialmente, se espera que quien abandona una conducta adictiva experimente solo alivio, gratitud o bienestar. Sin embargo, en la práctica clínica, observamos con frecuencia un proceso de duelo profundo, ambiguo y a menudo incomprendido por el propio paciente.
El consumo como vínculo relacional
Durante mucho tiempo, el consumo no fue simplemente una conducta repetitiva o un hábito destructivo. Fue un vínculo significativo. Una vía de escape, una forma de consuelo, una “presencia constante” en los momentos de mayor soledad o dolor. Para muchas personas, el consumo ocupó un lugar estructural: fue un recurso —disfuncional pero útil— para sobrevivir emocionalmente.
Por eso, dejar de consumir implica romper un vínculo. Y como toda pérdida significativa, esta ruptura despierta dolor, ambivalencia y confusión emocional. No se trata solo de eliminar una sustancia o una conducta, sino de despedirse de algo que, aunque dañino, fue profundamente significativo.
Las fases del duelo en la recuperación
El duelo por el consumo puede recorrer distintas fases, no necesariamente lineales:
- Negación: Minimización del problema o idealización del consumo.
- Ira: Rabia dirigida hacia uno mismo o hacia el entorno que impulsa el cambio.
- Negociación: Intentos de moderar o justificar recaídas (“solo esta vez”, “en ciertas ocasiones”).
- Tristeza: Sentimiento de vacío, nostalgia, confusión identitaria.
- Aceptación: Integración del cambio y apertura a nuevas formas de satisfacción.
Estas fases, lejos de ser un indicador de retroceso, son parte natural del proceso de separación y reconfiguración psíquica.
Validar la ambivalencia
Muchos pacientes experimentan culpa al reconocer que extrañan el consumo. Preguntan:
“¿Cómo puedo echar de menos algo que me hizo tanto daño?”
La respuesta es: porque en su momento fue lo único disponible para sostenerte. Validar esta ambivalencia no refuerza la adicción; al contrario, permite abordarla con mayor profundidad y respeto por la historia emocional implicada.
Acompañar con respeto y sostén
En Naz Centro Terapéutico trabajamos desde el reconocimiento del duelo como parte esencial del proceso de recuperación. No se trata de “superar” rápidamente lo perdido, sino de elaborar la pérdida con dignidad, dando espacio al dolor sin juzgarlo.
Sabemos que:
- Lo que se deja atrás no es solo una sustancia, sino un estilo de vida, una identidad e incluso ciertos vínculos.
- Lo que se necesita es tiempo, seguridad relacional y acompañamiento terapéutico continuado.
- Lo que puede emerger es un modo de vida más auténtico, conectado y coherente con el deseo profundo de bienestar.
Un camino hacia lo nuevo
Solo cuando el duelo es reconocido y elaborado, puede abrirse espacio para nuevas formas de estar en el mundo. Dejar de consumir implica atravesar una despedida, sí, pero también construir nuevas referencias internas y vínculos más seguros. El objetivo no es solo abstenerse, sino transformar profundamente la relación con uno mismo y con la vida.